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sábado, 18 de enero de 2014

Formamos una Gran Familia Cósmica

¿Sabéis que todos formamos una gran familia cósmica en la que el único lazo de parentesco es el Amor? Nos reunimos, nos reconocemos, nos separamos y nos añoramos.

Cuando se pasa a los espacios interdimensionales se produce una fusión de todos los miembros de la familia, de modo que lo que llamáis almas gemelas forma parte, en realidad, de un mismo espíritu, del que se separan para evolucionar individualmente, y posteriormente buscarse en la Tierra. Cuando ambas alcanzan un mismo nivel de conciencia se equilibran y se unen para siempre. De alguna manera, vuelven a ser una.

Las almas gemelas se reúnen y se separan temporalmente, a veces se aman, otras se dañan, siempre se enseñan, establecen vínculos de Amor y también de dolor para mostrarse el triunfo del Amor sobre cualquier otra emoción.

Y cuando se han enseñado lo que debían, cuando se han ofrecido cuanto debían ofrecerse, cuando ya realizaron el trabajo que eones de tiempo antes acordaron realizar, entonces quizá deben separarse para preparar el próximo encuentro, tal vez siglos después. Y en un próximo renacimiento se reúnen de nuevo para ayudarse en su evolución. Si en uno de sus encuentros hay desarmonía, deben separarse hasta que el alma menos evolucionada esté lista para atrapar a la otra. Se separarán cuando ya no puedan aportarse nada más y su separación sea necesaria para continuar evolucionando.

Cada encuentro en el plano material es planificado y precedido en el plano espiritual. Juntos en el cielo, juntos en la Tierra.

Unas veces los encuentros son breves y otros de por vida, y no importa una separación circunstancial en la Tierra porque en el cielo están unidas. ¿Cómo reconocerla? Por la mirada y por la voz. Cuando ambos apenas se rozan, es del todo imposible no darse cuenta de que les sucede algo trascendente y surge entre ambos algo muy especial, una complicidad que comparte experiencias del pasado. Sin una explicación, ambos se atraen y se resultan muy familiares.

Y cada uno lo sabe todo acerca del otro y siente que ha terminado una larga espera. Y, por supuesto, una cierta telepatía entre los dos y la intuición de reconocerse el uno para el otro. En dos palabras: Intimidad y complicidad.

Angel Luis Fernández.

www.a1radiotv.com
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¿Sabes que todos formamos una gran familia cósmica en la que el único lazo de parentesco es el Amor? 

Nos reunimos, nos reconocemos, nos separamos y nos añoramos.
Cuando se pasa a los espacios interdimensionales se produce una fusión de todos los miembros de la familia, de modo que lo que llamáis almas gemelas forma parte, en realidad, de un mismo espíritu, del que se separan para evolucionar individualmente, y posteriormente buscarse en la Tierra.

Cuando ambas alcanzan un mismo nivel de conciencia se equilibran y se unen para siempre. De alguna manera, vuelven a ser una.

Las almas gemelas se reúnen y se separan temporalmente, a veces se aman, otras se dañan, siempre se enseñan, establecen vínculos de Amor y también de dolor para mostrarse el triunfo del Amor sobre cualquier otra emoción.

Y cuando se han enseñado lo que debían, cuando se han ofrecido cuanto debían ofrecerse, cuando ya realizaron el trabajo que eones de tiempo antes acordaron realizar, entonces quizá deben separarse para preparar el próximo encuentro, tal vez siglos después. Y en un próximo renacimiento se reúnen de nuevo para ayudarse en su evolución.

 Si en uno de sus encuentros hay desarmonía, deben separarse hasta que el alma menos evolucionada esté lista para atrapar a la otra. Se separarán cuando ya no puedan aportarse nada más y su separación sea necesaria para continuar evolucionando.

Cada encuentro en el plano material es planificado y precedido en el plano espiritual. Juntos en el cielo, juntos en la Tierra.

Unas veces los encuentros son breves y otros de por vida, y no importa una separación circunstancial en la Tierra porque en el cielo están unidas.

¿Cómo reconocerla?

 Por la mirada y por la voz.

Cuando ambos apenas se rozan, es del todo imposible no darse cuenta de que les sucede algo trascendente y surge entre ambos algo muy especial, una complicidad que comparte experiencias del pasado.

Sin una explicación, ambos se atraen y se resultan muy familiares.

Y cada uno lo sabe todo acerca del otro y siente que ha terminado una larga espera.

Y, por supuesto, una cierta telepatía entre los dos y la intuición de reconocerse el uno para el otro.

En dos palabras: Intimidad y complicidad.

Angel Luis Fernández.

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MAS INFO: 
http://buenasiembra.com.ar/salud/meditacion/maestros-de-luz-449.html

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